Introducción
Desde hace ya varios años, hablar del tiempo se ha convertido en un tema recurrente que va más allá de la simple expresión que se utiliza para intentar resolver situaciones tensas entre extraños cuando coges un ascensor o no sabes qué decir en los primeros minutos de la jornada laboral. Hoy quien más o quien menos entiende de tornados, de precipitaciones torrenciales, de olas de calor y además es capaz de desarrollar eso que puede ser un tipo particular de memoria... la memoria meteorológica
Cuando yo era niño los inviernos eran espantosamente fríos... las nevadas... los carámbanos...
El controvertido cambio climático es una realidad que nos está tocando vivir y padecer. Decimos vivir porque somos conscientes de la alteración que se está produciendo en algo que forma parte de nuestra realidad: las cuatro estaciones y las características que definen cada una de ellas, al menos en esta parte del planeta. Utilizamos el verbo padecer por la virulencia que están teniendo algunos fenómenos meteorológicos extremos que después de mostrarse, lo único que dejan detrás es un reguero de sufrimiento y muerte.
Ya hace algunas décadas que científicos y organizaciones varias están alertando de que algo está ocurriendo en el planeta Tierra, de que somos nosotros con nuestras actividades y nuestra forma de entender la vida cotidiana los únicos responsables de los cambios, al menos en los últimos doscientos años.
Tomar conciencia de ello, intentar cambiar hábitos en nuestra vida cotidiana, y exigir a nuestros gobernantes que se impliquen en el control y adopten medidas adecuadas para preservar la vida en la Tierra, son objetivos básicos y elementales que deben primar sobre cualquier otro.